Excélsior - sábado 31 de mayo de 2008
Jeanette Muñoz
Este continuo desplazamiento del yo dentro del cuerpo, nos enseña que no es suficiente la desaparición y surgimiento de mis otros yo, sino que la razón de mi esencia y el concepto que de ella tenga, está condicionada por la derrota de la soledad, es decir, por la comunión que establezca con un tú, un ser humano que, al nombrarme y pensarme, determine mi espacio y vocación en el mundo y, al sentirme, rompa la vacuidad de la inexistencia, esto es, según Octavio Paz, el amor.
A diez años de la muerte del Premio Nóbel de Literatura, aún resulta difícil comprender el significado oculto tras sus versos y prosa; por ello, resultan interesantes las explicaciones que buscan trascender lo evidente y encontrar interpretaciones alternas a los tópicos planteados en sus obras: el ser, la soledad, la alteridad y el amor.
Rafael Jiménez Cataño, profesor de la Universidad de la Santa Cruz (Roma), ofrece en Lo desconocido es entrañable. Arte y vida en Octavio Paz, una visón alterna ─mediada por el convencimiento de que la poesía es manifestación pura del lenguaje─, sobre las creaciones del autor del Laberinto de la soledad, donde la comprensión del ser, se convierte en el eje de un análisis que hace de Paz, un poeta, cuya obra se centra en la convicción de que el amor, condensación espiritual de otredades, es la única manera posible de comprender la existencia propia y romper las ataduras de la soledad.
Bibliografía:
Jiménez Cataño, Rafael. Lo desconocido es entrañable. Arte y vida en Octavio Paz. México, Ed. Jus, 2008, 224 pp.
Jeanette Muñoz
Escapar del laberinto
“Yo soy” dice Dios y, con ello, escapa a la relatividad, al incomprensible éter de la existencia. Sólo Él ─desde la óptica monoteísta judeo-cristiana─ no ha sido ni será otro, Él es en presente, aunque el verbo sea sometido a conjugación en todos los tiempos. Los demás, los nunca completos, debemos aprender que somos perfectibles: a cada instante morimos para convertirnos en otros; la persona que nace, aunque lleve un sólo nombre, nunca será la misma que baje a la tierra.Este continuo desplazamiento del yo dentro del cuerpo, nos enseña que no es suficiente la desaparición y surgimiento de mis otros yo, sino que la razón de mi esencia y el concepto que de ella tenga, está condicionada por la derrota de la soledad, es decir, por la comunión que establezca con un tú, un ser humano que, al nombrarme y pensarme, determine mi espacio y vocación en el mundo y, al sentirme, rompa la vacuidad de la inexistencia, esto es, según Octavio Paz, el amor.
A diez años de la muerte del Premio Nóbel de Literatura, aún resulta difícil comprender el significado oculto tras sus versos y prosa; por ello, resultan interesantes las explicaciones que buscan trascender lo evidente y encontrar interpretaciones alternas a los tópicos planteados en sus obras: el ser, la soledad, la alteridad y el amor.
Rafael Jiménez Cataño, profesor de la Universidad de la Santa Cruz (Roma), ofrece en Lo desconocido es entrañable. Arte y vida en Octavio Paz, una visón alterna ─mediada por el convencimiento de que la poesía es manifestación pura del lenguaje─, sobre las creaciones del autor del Laberinto de la soledad, donde la comprensión del ser, se convierte en el eje de un análisis que hace de Paz, un poeta, cuya obra se centra en la convicción de que el amor, condensación espiritual de otredades, es la única manera posible de comprender la existencia propia y romper las ataduras de la soledad.
Bibliografía:
Jiménez Cataño, Rafael. Lo desconocido es entrañable. Arte y vida en Octavio Paz. México, Ed. Jus, 2008, 224 pp.